- La Octava Maravilla del Mundo es un título no oficial que a veces se le ha otorgado a varios edificios, estructuras, proyectos o incluso diseños que han sido considerables como comparables a las conocidas siete maravillas del mundo. Sin embargo, sí que hubo una formación natural que fue considerada como tal durante mucho tiempo debido a su importancia a lo largo de la historia. Concretamente en el año 1800, las terrazas rosadas y blancas de Nueva Zelanda fueron una de las atracciones más grandes del mundo, de ahí que a la gente le ofreciera dicho título.
- Sin embargo, una catastrófica erupción volcánica que tuvo lugar en el monte Tarawera en 1886, arruinó toda la atracción hidrotermal, dejando a muchísimas personas con la idea de que las formaciones en cascada habían desaparecido para siempre. No obstante, los investigadores creen ahora que han vuelto a identificar la ubicación de las terrazas a unos 15 metros por debajo de la costa, y están pidiendo a los arqueólogos realizar un estudio completo para poder recuperar ese famoso hito histórico.
- Las terrazas rosas y blancas eran unas piscinas en cascada que descendían hacia el lago Rotomahana, en la Isla Norte de Nueva Zelanda. La erupción ocurrida en 1886 enterró a toda la formación bajo grandes capas de barro y cenizas, pero dos investigadores creen que podrían haber sido “redescubiertas”. Rex Bunn, uno de los expertos, dijo que las terrazas se había convertido en la mayor atracción turística de todo el hemisferio sur y el imperio británico, con miles de embarcaciones llevando a turistas a la zona desde el Reino Unido, Europa y América. Pero nunca fueron investigadas por el gobierno de la época, así que no había registros de su latitud o longitud.
- Fueron formadas por resortes geotérmicos que contenían una combinación de sílice y agua de cloruro. Los manantiales se encontraban a unos 1.200 metros de distancia, con la terraza blanca situada en el extremo noreste del lago, y la rosa en la orilla occidental. El aspecto rosado en la cuencas medias y altas se debió a sulfuros de arsénico, aunque la terraza rosada contenía concentraciones de oro en sus minerales. Aunque estudios anteriores han sugerido que la terrazas han sido relegadas al fondo del lago Rotomahana, el señor Bunn cree que tal vez no sea así.
- Los expertos creen que las terrazas pueden estar enterradas en las orillas del lago, en condiciones razonables, y podrían ser restauradas a su antigua gloria. Los investigadores examinaron los diarios de Ferdinand von Hochstetter, un geólogo alemán-austríaco que detalló la ubicación de las terrazas en 1859. Ese documento fue descubierto por el doctor Sascha Nolden en la Colección Hochstetter, con sede en la ciudad suiza de Basilea. Sin embargo, los 8 kilómetros cuadrados del área del lago nunca fueron estudiados oficialmente. “Estamos seguros de que la cartografía es sólida. Hochstetter era un cartógrafo muy competente”, dijo Bunn.
- Ahora piensan que, basándose en los diarios perdidos de hace mucho tiempo, puedes estimar su ubicación con un margen de 35 metros. Creen que las terrazas estuvieron cubiertas de cenizas durante la erupción, y que se encuentran a 10 metros por debajo de la superficie del suelo, junto al lago. El equipo ahora espera conducir una investigación arqueológica en el área para encontrar el monumento natural, aunque necesitan una financiación de 50.788 dólares para que esto suceda. Bunn añadió que desean llevar a cabo dicho trabajo en el interés público. “He mantenido una estrecha relación con los dueños ancestrales de la tierra, la Autoridad Tribal de Tuhourangi, y se sienten encantados con la obra”.
- El estudio, publicado en el Diario de la Sociedad Real de Nueva Zelanda, choca con la investigación de 2011, que empleó un submarino para estudiar el suelo del lago, encontrando supuestamente los restos de las terrazas. Y el año pasado, los expertos dijeron que habían llegado a la “conclusión ineludible” de que las terrazas habían sido destruidas. No obstante, Bunn dice que ya se encuentra en conversaciones con estos investigadores, y espera que sus hallazgos los convenzan de los contrario.
- La aparición de las terrazas fue plasmada para la posterioridad por varios fotógrafos, pero como fue antes de que se inventara la fotografía en color, sus imágenes carecían del atractivo color por los que la formación era conocida. Varios artistas dibujaron y pintaron las terrazas antes de su pérdida en 1886, sobre todo Charles Blomfield, que la visitó en más de una ocasión. Sus vistas atmosféricas son el registro principal de la octava maravilla del mundo. La química del color de la Terraza Rosa se puede observar hoy en Waiotapu, donde la piscina de Champagne está revestida con estos mismos sulfuros coloidales.
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viernes, 28 de julio de 2017
LA OCTAVA MARAVILLA DEL MUNDO.
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LEÓN ( ESPAÑA)
Nueva Zelanda
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