Ya de por sí, los caracoles en general son criaturas ciertamente extrañas. Pero en el caso del caracol de pie escamoso (Crysomallon squamiferum), un gasterópodo descubierto en 2003, a todo eso le debemos sumar otra cualidad, casi de superhéroe: emplea el sulfuro de hierro para formar un blindaje metálico.
La concha, principalmente, contiene pirita, también conocida como el «oro de los tontos» y greigita. Debido a que la greigita es magnética, este caracol puede levantarse con un imán.
El caracol de pie escamoso (Crysomallon squamiferum), que habita en el fondo del océano Índico, posee uno de los caparazones más robustos de la naturaleza. Gracias a él, este pequeño molusco es capaz de resistir la presión del agua a una profundidad de 2.400 metros (8.000 pies). Tampoco se ve afectado por la elevada acidez del agua ni los bruscos cambios de temperatura propiciados por el agua caliente que brota de los respiraderos hidrotermales.
Las tres poblaciones conocidas de Chrysomallon squamiferum: Kairei, Longqi, solitario (de izquierda a derecha).
La concha de los gasterópodos se compone de tres capas. La capa externa es de unos 30 μm de espesor y está hecha de sulfuros de hierro. La capa media es equivalente al periostracum orgánico, una capa delgada de proteína encontrado en otros caracoles de conchas, y también es la más gruesa de las tres (acerca de 150 μm). La capa íntima se hace de la aragonita, una forma de carbonato de calcio que se encuentra comúnmente en las conchas de los moluscos y corales diversos.
Esto le permite tener uno de los caparazones más resistentes de la naturaleza, aunque no lo usa fundamentalmente para defenderse de los depredadores, sino para soportar la presión del agua: suele vivir a una profundidad de 2.400 metros. Es decir, que estamos ante un auténtico submarino en forma de caracol, la mascota ideal para el capitán Nemo.
Este extraordinario caparazón ha sido concienzudamente estudiado por algunos investigadores, que han llegado a usar una máquina con punta de diamante para descubrir cómo la capa externa está diseñada para agrietarse de modo que se absorba lo máximo posible la energía mecánica, esto es, que se generan agrietamientos diminutos en forma de abanico, evitando la formación de grietas mayores.
La armadura es tan eficaz que el ejército de Estados Unidos está financiando actualmente la investigación sobre la armadura del caracol con la esperanza de desarrollar ideas sobre nuevos diseños de la armadura militar.
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